No fue un trueno, se trataba de la
última lata de cerveza que apuño en su mano derecha antes de dirigir su mirada
hacia la nada. Dicen que las penas se ahogan en alcohol, pero para él las penas
nadan y parecería que se divierten; al
igual que todos sus amigos que siguen la fiesta entre música, drogas, sexo y
alcohol.
Toma su auto y antes del cinturón
de seguridad va una buena y ruidosa canción de The Strokes, acelera que le urge
huir del mundo perfecto de sus amigos.
Por fin en casa enciende su
cigarro y se dispone a servir “la del estribo” que en su desierto se vuelve la
más amarga, la más dilatada y la de más extensos sorbos.
“Es el efecto doppler cuando te
alejas de mi” suena en su playlist, aquella diseñada justamente para esos
momentos. La fiesta y el desenfreno quedó atrás, llego la calma, pero momento
que alguien llama a la puerta. ¿Quién a esas altas horas de la madrugada se
atreve a tocar la puerta?
Frente a él una mujer de extrema
delgadez, totalmente blanco su vestir, cabello recogido, ojos profundos que
irradia paz y tranquilidad, con delicadas manos y cálida voz que le saluda, es
quien siempre le acompaña en esas difíciles jornadas, es con quien toma unas
copas de más o fuma un “porrito” extra. Su amiga fiel, La Soledad.
Muy buen post FLP aveces la mejor compañía es la soledad, quien no disfruta de un momento a solas.
ResponderEliminarSaludos, te incluyo entre los blogs que sigo.
Excelente relato. Como dicen por ahí, después de la tempestad viene la calma y la paz, la cual se encuentra brindando con doña Soledad, para meditar y reflexionar sobre nuestras andanzas y desandanzas.
ResponderEliminarSaludos.
Excelente decisión, hay que compartir esas pinceladas literarias que brotan de esa mente prodiga en prosa y relatomanía que sacuden el pensamiento y estrujan el sentimiento.
ResponderEliminarSaludos bohemios..