Ya hace un par de años que todo sucedió… Pero cuando la noche cae lentamente, la madrugada entra a varios relojes de arena, esas noches eternas que finalmente te someten a un sueño conspirador, es cuando me veo en la cima de una montaña gritándolo todo, sacando mi decepción, expulsando mis miedos e implorando que vuelva. Abro los ojos, el sol se avecina con leves rayos de claridad, esa claridad que necesita mi mente para asimilar esos trastornadores sueños, entonces me digo: -¡Si fuera tan fácil! No es por la falta de montañas, es por la falta de agallas de aceptar que hay ausencias dolorosas, que te las vas quedando en la vida y que se perpetuán en cancerígenos corazones como el mío.